lunes, 14 de julio de 2014

El complot de Huérmeces (1933)



En la edición de 22 de junio de 1933 del periódico carlista "El Siglo Futuro" (1) se habla, sobre todo, de informaciones relativas al procesamiento de los militares implicados en el intento golpista del 10 de agosto de 1932 (la célebre Sanjurjada); también se hace mención a la desaparición en Méjico de los aviadores Barberán y Collar en el “Cuatro Vientos”, así como a la posible retirada de la Alemania nazi de la Conferencia de Londres.

En la portada, en la sección Hojas Sueltas, en la columna de la derecha, encontramos un curioso titular: “El complot de Huérmeces”, firmada por un tal Ciutti, y cuya transcripción literal es la siguiente:






Huérmeces es un pueblecito de la provincia de Burgos, adonde, afortunadamente, no ha llegado todavía la cuestión social; cuarenta o cincuenta vecinos que trabajan la tierra propia, de sol a sol, y suspiran por la venta del trigo logrado a costa de mucho sudor: Un “burgo podrido” de Castilla la Vieja, ignorante del favor oficial, que desconoce, que paga religiosamente las contribuciones y envía a sus mozos al servicio militar.


La vida tranquila de Huérmeces se vio súbitamente interrumpida hace unos días por la emoción de un “suceso”. Los pacíficos vecinos se habían retirado ya a sus casas, entregándose al descanso diario, y eran las dos de la madrugada cuando el ruido de varios motores señaló la llegada de una compañía de guardias de asalto. Los guardias saltaron ágiles de los camiones y, en pocos segundos, eran tomadas posiciones estratégicas, rodeando en estrecho cerco el pequeño poblado.


No se hizo esperar –casi simultáneamente- la llegada del gobernador civil de la provincia, acompañado del diputado republicano conservador don Luis García Lozano. Poco después acudían a todo galope varias parejas de la Guardia civil de un puesto próximo. La movilización estaba hecha. Las fuerzas apostadas esperaron los acontecimientos. Transcurrieron unos minutos de silencio angustioso. Por fin, una puerta se abría dando paso a un hombre, que rápidamente cayó en poder de los de asalto. ¡Era el primer prisionero! que fue conducido ante el gobernador, que permanecía en su coche resguardándose del frío del amanecer: El gobernador le preguntó: “¿Dónde va usted?”


“A visitar a un enfermo que está agonizando”. Soy el médico. Fue comprobada la verdad de la declaración.


Momentos después la calle fue cruzada por una sombra, que cayó en poder de la autoridad celosa: “¿Por qué sale usted a estas horas de casa llevando un farol?”, fue la pregunta. “Porque soy el sereno”, contestó. Era también verdad la afirmación del detenido.


“Pero ¿no hay forasteros aquí?”, se le interrogó.


“No señor, aquí todos los que están durmiendo son del pueblo”.


El gobernador parece ser que preguntó al diputado conservador: “Pero ¿qué es esto?”. Y las fuerzas de la Guardia civil, en su fuero interno y para su capote, como cumple a todo militar, se repetían la misma pregunta a la luz de una luna espléndida, socarrona y rumbona, que palidecía de risa…


Volvió el médico de prestar sus servicios al enfermo, y el ruido de su puerta al cerrarse fue el último que se oyó en toda la noche. El sereno cantó una hora, con el ¡alabado sea Dios¡, característico en Castilla. Y un poco más tarde, para evitar ser sorprendidos por el amanecer, las fuerzas emprendían la retirada hacia la capital en sus potentes vehículos…


¿Qué había pasado? Sencillamente: un terrible complot anarco-monárquico lanzado por la emisora de un humorista y captado por una antena caritativa que lo puso en conocimiento del gobernador, quien, hombre celoso y de buena fe, se dispuso a hacer méritos para un Gobierno de más categoría, o una Dirección general.


¡Un terrible complot en Huérmeces! !Anarquistas y monárquicos unidos!


Uno de Asalto, de los que formaban en la expedición, conocedor del terreno, decía a la mañana siguiente: ¡Lástima que no nos hayamos quedado allí un día!, ¡hubiéramos echado los reteles en el río, y vaya cangrejada! 


Inconvenientes de hacer las cosas con esa precipitación…



La “noticia” destila amarillismo por sus cuatro costados. Pero es que prensa sensacionalista ha existido siempre, y más aún en tiempos revueltos como fueron en España los años treinta.

Nadie recuerda en Huérmeces un suceso semejante. ¿Serenos en las calles de un pueblo de poco más de 200 habitantes? No se aportan fechas exactas ni nombres, tan sólo el de un diputado republicano conservador que acabaría siendo alcalde de Burgos (2) y el genérico del gobernador civil de turno (3). Todo suena muy poco creíble. Había que escribir un panfletillo y se eligió Huérmeces como telón de fondo como se podría haber elegido cualquier otro lugar de la Vieja Castilla. Cuanto más desconocido fuera el pueblo más difícil sería el verificar la supuesta “información”.

Unos días más tarde, en la edición de 1 de julio de 1933, la "noticia" fue recogida también en otro medio escrito de tirada nacional: la ultramontana revista humorística semanal "Gracia y Justicia" (4).

En este caso, el titular es aún más sensacionalista: "El horrible complot monárquico-sindicalista de Huérmeces" y, en forma de breve, aparece en la página 8 del semanario, en la segunda columna. Su transcripción literal dice así:   


 


Un soplón meritorio de enchufes… ¡los del pacto de Aranda! Teléfono, idas y venidas, autos, provisión de armamentos… Por fin, la salida de las “fuerzas leales”.


Es noche de caverna… Ruge el viento en salmodia de aguaceros.


Y la caravana cruza vertiginosamente los “burgos podridos” de Quintanadueñas, Arroyal, Mansilla, Miñón, Santibáñez… Veinte kilómetros con el alma en un hilo… Solo faltan cinco para llegar al lugar de la ocurrencia…


El corazón salta… Las pistolas se preparan… Precauciones estratégicas… Silencio de sepulcro… ¡Una luz! ¡Al fin copados! ¡Abrid la puerta, la autoridad!


Palabras entrecortadas; andares quedos… El postigo franqueado…


¿Qué hace usted ahí?


El galeno de Huérmeces asistía a una enferma en trance de pasar a mejor vida.


La del alba sería cuando el preboste, un aficionado a fuertes emociones que pudo llamarse García; un lozano sin cota ni espada; una sección de guardias de Asalto… Regresaron a Burgos después de haber sofocado tan terrible complot.


Y a los de Huérmeces, sus coterráneos les llaman “faroles”.


 


NOTAS:



(1) “El Siglo Futuro”, diario fundado por Ramón Nocedal, aparece el 19 de marzo de 1875 con el subtítulo de “diario católico”, justo cuando la tercera guerra carlista (1872-1876) está en un momento enconado; el diario, que no aparecerá en los días festivos, tendrá una larga vida (61 años), será de gran formato, que variará en el tiempo, así como las imprentas en las que será estampado y pasará de ser compuesto de cuatro a cinco columnas.


Con editoriales y artículos doctrinales, políticos y religiosos, y noticias nacionales y extranjeras, muchas de ellas recogidas de otros periódicos, funcionaba como una especie de revista de prensa. Desde su militancia ultracatólica, su credo siguió siendo de un furibundo fundamentalismo antiliberal, el más reaccionario, fanático e intransigente del neocatolicismo, siendo tildado de “cavernícola”.


Con una tirada escasa, en torno a los 5.000 ejemplares y una circulación por suscripción, fue el clásico diario de los curas rurales mesetarios. Ya a partir de los años veinte se había hecho evidente su obsesión apocalíptica de que los males de España eran fruto de la alianza entre la masonería, el judaísmo y el comunismo internacionales, así que aplaudirá la política antisemítica del nazismo, aunque no estuviera de acuerdo con la teoría de la superioridad de la raza aria en Europa.


Editó su último número el 18 de julio de 1936 ya que, con la sublevación militar, sus talleres fueron confiscados por la CNT, de los que saldrá el periódico Castilla libre. En fin, un diario que a pesar de titularse “El Siglo Futuro” no hacía otra cosa que mirar hacia atrás, muy atrás.


Florentín Díaz-Ubierna Vivanco (Huérmeces 1815-1899), cura párroco de este pueblo durante casi medio siglo (1852-1899) fue un fiel suscriptor de “El Siglo Futuro”.


(2) Luis García y García-Lozano (Burgos, 1897) abogado; diputado a Cortes por Burgos en las Cortes Republicanas (1931-1933), como republicano conservador; presidente de la Comisión Gestora de la Diputación Provincial en 1932; alcalde de Burgos entre febrero de 1936 y enero de 1937. Durante la rebelión militar de julio de 1936 se mostró ambiguo pues, aunque republicano, era opuesto al Frente Popular. Presentó su dimisión, pero fue confirmado en su cargo por el General Dávila. Encarcelado y juzgado por rebelión, salió absuelto en marzo de 1937. En 1935 había formado parte de la Comisión Burgalesa de Iniciativas Ferroviarias, fomentando la terminación del ferrocarril Madrid-Burgos, "el directo".


(3) Rafael Bosque Albiac (Caspe, 1883 - Tudela, 1936): político de tempranas inclinaciones republicanas, ya desde 1915, cuando comenzó su carrera política en su Caspe natal. Fue gobernador civil de Burgos entre el 19 de marzo y el 14 de septiembre de 1933; entonces militaba en el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS). Fue también gobernador civil de Almería (1931-1933), Soria (1933), Huesca (1936) y Oviedo (1936). Fue detenido, torturado y asesinado, por tiro en la nuca en una cuneta cercana a Tudela, el 21 de julio de 1936.

Hoy puede resultarnos sorprendente que, durante los años de la Segunda República, desfilaran por Burgos un total de 13 gobernadores civiles, todos ellos con una longevidad en el cargo inferior a los 12 meses.

(4) “Gracia y Justicia” fue una revista de humor político, de aparición semanal, publicada en Madrid entre 1931 y 1936, durante la Segunda República. Vinculada a la Editorial Católica y al diario monárquico “La Nación”, figuraron en ella excelentes dibujantes y caricaturistas como Areuger (seudónimo de Gerardo Fernández de la Reguera y Aguilera), K-Hito (seudónimo de Ricardo García López) y Kin (seudónimo de Joaquín de Alba), entre otros. Llegó a tener tiradas medias por encima de 200.000 ejemplares, alcanzando picos (comienzos de 1933) de hasta 250.000, cifra muy superior a la de los principales periódicos de la época.

Subtitulado desde sus comienzos como “Órgano extremista del humorismo nacional”, la revista suponía la mejor expresión del humor burdo y grosero de que fueron capaces las derechas a partir de la llegada de la república, el mejor exponente de la prensa demagógica de su época. Aun así, la dureza de sus críticas fue menor —y con un tono más socarrón— que la habitual de publicaciones mucho más agresivas, como “El Siglo Futuro”. Usaba el recurso satírico de tachar sistemáticamente de masones a todos los políticos republicanos, agrupándolos en la llamada conspiración judeo-masónica-comunista-internacional. Su objetivo general siempre fue el de combatir a la República, destacando especialmente los ataques contra Manuel Azaña, la gran obsesión de “Gracia y Justicia”.

Aunque se afirma que pudo estar financiada por la CEDA, esta también fue blanco de sus críticas, así como su líder, José María Gil Robles. La revolución de Asturias de 1934 fue interpretada en clave de obra de cine, en la que la masonería habría sido “la directora” y las fuerzas socialistas y comunistas “actores” de aquella.

De formato tabloide (380 x 300 mm) y a cuatro columnas, constaba de dieciséis páginas en blanco y negro. La portada y la contraportada reproducían una única caricatura a toda página y a dos tintas, roja y negra, lo que constituía una novedad en la prensa española de la época. La portada de la publicación se reservó normalmente para una ilustración de Areuger (Gerardo Fernández de la Reguera y Aguilera).

“Gracia y Justicia” fue suspendida durante cuatro meses, entre agosto y diciembre de 1932, por el gobierno de Azaña, en aplicación de la “Ley para la defensa de la República”, a causa de la intentona militar de agosto de 1932, la llamada “Sanjurjada”, si bien fue sustituida por “Bromas y Veras”, que se publicó entre el 20 de octubre de 1932 y el 3 de marzo de 1933.

Su último número apareció el 15 de febrero de 1936, y en su contraportada reproducía una caricatura de Kin (Joaquín de Alba) que señalaba la trascendencia del resultado en las elecciones del día siguiente, 16 de febrero. La clausura de Gracia y Justicia se produciría, efectivamente, pocos días después, por orden del nuevo Gobierno del Frente Popular.


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