lunes, 13 de octubre de 2014

Cosas que los nietos deberían saber (I)



Tomo prestado el título de una canción para presentar una nueva sección en este blog: fotografías familiares de época. Casi todas tomadas en la segunda mitad de los años sesenta del siglo pasado, justo cuando se estaba produciendo el masivo éxodo rural a las ciudades.

Son fotografías realizadas en verano, cuando parte de la familia que había emigrado a la ciudad volvía a Huérmeces a pasar las vacaciones. Los niños solían quedarse en el pueblo la totalidad de las vacaciones escolares, al cuidado de los abuelos, y colaboraban en alguna de las labores más sencillas: la trilla, pelar garbanzos o ir por agua a la fuente, cosas así.

En alguna de las fotografías aparecen hasta tres generaciones familiares: la primera, completamente rural; la segunda, rural en un principio pero urbana más tarde; y la tercera, ya completamente urbana, aunque con esa puntual experiencia estival de por medio.


Desjerugando garbanzos en la era de Mercado


Estas fotografías están especialmente dedicadas a una cuarta generación: la que no conoció nada en absoluto de aquel mundo rural, ya desaparecido, en el que la vida transcurría dura, invariable, año tras año.

No vieron trillar en la era, con pareja de bueyes; ni practicaron la azarosa modalidad de colocar el caldero en el lugar preciso y en el momento justo.


Trillando en la era de Mercado; trillo con revolvederas


No vieron beldar en las tardes de norte, ni experimentaron las frías aguas del Urbel como único método posible de limpieza corporal.


Beldando con aventadora o beldadora en la era de Mercado


No oyeron madrugar a sus padres para ir a acarrear morenas a Valdefrailes, por el camino de Valdefrailes de entonces.


Haciendo morenas para su posterior acarreo


No vieron a sus madres hacer la colada semanal en los lavaderos del río, al lado del puente Vega.

No recogieron ni desjerugaron garbanzos, ni destriparon colchones para varear la lana.

No se reunieron con toda la familia para participar en el rito sangriento de la matanza del cerdo.  

No vieron cargar a sus abuelos enormes jergones llenos de paja con la que alimentar las glorias en el duro invierno castellano.


Enjergando paja para su posterior almacenamiento en el pajar


No vieron como bestias y humanos compartían letrinas, ni que lo más parecido al papel higiénico era el papel de estraza o, con suerte, una página del Diario de Burgos.

No recogieron musgo en viejas paredes de piedra orientadas al norte, unos días antes de Navidad.

No acompañaron a sus madres, una tarde cualquiera de la segunda quincena de mayo, a coger cornavarios a Isilla, o a Valdegoba. 

No vieron helada el agua de los caños de la fuente, ni taponada por la nieve la puerta de su casa.

No vieron…

A ellos, a la generación del ipod, del whatsapp, del facebook y del twiter, va dirigida esta sección.


BANDA SONORA

La canción que da título a este post fue compuesta por Mark Oliver Everett (Virginia, 1963) e incluida en el sexto álbum de su banda indie americana Eels, titulado "Blinking Lights and Other Revelations" (2005):

Things the Grandchildren Should Know






Años más tarde, el propio Everett publicó un exitoso libro de memorias con el mismo título. Traducido a varios idiomas, incluido el castellano, en el libro se relata todo el ciclo de desgracias personales y familiares que envolvieron al autor, y del que salió indemne gracias a la música. Una curiosa autobiografía personal y musical. 

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