lunes, 16 de noviembre de 2015

El Páramo, sala de exposiciones



Hace ya algunos años, llegaron a convertirse en habituales ciertas manifestaciones artísticas –espontáneas y anónimas- realizadas casi siempre en parajes solitarios y más o menos escondidos.

Una de las más interesantes muestras de estas peculiares expresiones creativas puede contemplarse en El Páramo, a la altura del cuarto molino del parque eólico, casi en la cornisa sobre la cuesta que cae hacia el amplio vallejo de Monasteruelo.


La instalación o perfomance consta de dos unidades claramente diferenciadas, separadas por apenas quince metros, y tituladas:

  • La infancia devorada por el tiempo
  • La estepa refrigerada
En la primera, conformada por una vieja cocina con un horno en el que se introduce una bicicleta infantil, el autor –o autores- ha querido expresar lo efímero del devenir del ser humano, bajo la metáfora del tiempo como horno insaciable que todo lo devora, sobre todo a nuestra infancia. La fuerza dramática de la escena resulta desgarradora incluso para los espíritus más fuertes.



En la segunda, una nevera Fagor tres estrellas con congelador superior, dispuesta horizontalmente sobre el terreno, con sus puertas arrancadas y sus entrañas evisceradas, el autor –o autores- ha dejado caer la idea del absurdo de la vida moderna, de las ataduras tecnológicas a las que está sometido el hombre de hoy. ¿Existe acaso algo más sinsentido que una nevera en el frío páramo, excepción hecha de un microondas en el desierto?



En el término de Huérmeces existen otras muestras de esta peculiar manera de entender el arte, pero ninguna supera en originalidad y belleza plástica a esta de El Páramo.

Desgraciadamente, con la reciente proliferación de “puntos limpios” y sus amplios contenedores metálicos de recogida periódica, cabe suponer que nos encontramos ante el declive definitivo de estas singulares muestras de arte espontáneo.

En la actualidad, estas manifestaciones artísticas han pasado a desarrollarse casi en exclusiva en estos nuevos espacios expositivos, y con el añadido de adquirir un carácter efímero –el tiempo que transcurre entre vaciado y llenado del contenedor- y colectivo, con las aportaciones que cada artista considere realizar, mostrando el conjunto –en ocasiones- un más que interesante resultado.

También hay que reconocer que estos nuevos espacios de expresión artística, al estar situados cerca de las poblaciones y fácilmente comunicados por buenos caminos, ponen al alcance de cualquier persona el acceso a dichas manifestaciones creativas y, si lo desea, su participación en las mismas.

Por todo lo anterior, sería deseable que cualquier administración pública con competencias en materia de cultura, hiciera algo para que estas muestras genuinas de “arte de páramo” no se perdieran, vandalizadas por cualquier desaprensivo. Podría organizarse su traslado a estos nuevos espacios expositivos temporales. Sería estupendo.

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