sábado, 29 de julio de 2017

La nueva plaza y el origen de los sanlorenzos (1977)



Desde hacía muchos años, las fiestas patronales de Huérmeces se venían celebrabando el día 24 de junio, San Juan. Quizás desde que a finales del siglo XV o principios del XVI, la iglesia del entonces barrio principal de Huérmeces se consagrara a dicho patrón, a diferencia de la iglesia del barrio de La Parte, consagrada a Santa María (La Blanca) y mucho más antigua.

Durante gran parte del siglo XX, la celebración de San Lorenzo (10 de agosto) no dejaba de ser una fiesta menor, ya que se encontraba muy mal situada en el calendario agrícola, en plena temporada alta con respecto a las labores de siega, acarreo, trilla y bielda. Lo mismo sucedía con la tercera fiesta local, Santa Brígida (1 de febrero), aunque en este caso era el rigor del invierno castellano el causante de su limitada celebración.


La plaza y su pilón, a mediados de los 60 (foto: calendario Ayto. Hces. 2014)
Pero las cosas comenzaron a cambiar a mediados de los años setenta del siglo pasado. Huérmeces, al igual que el resto de los pueblos del entorno, había sufrido en las dos últimas décadas un drástico descenso poblacional, un auténtico éxodo. En veinte años, su censo se había reducido a la mitad, y continuaba descendiendo año a año.

La plaza, a mediados de los 60 (foto: calendario Ayto. Hces. 2014)
La celebración de San Juan, a no ser que cayera en fin de semana, ya no atraía a las gentes del entorno, y los emigrados no tenían apenas la posibilidad de retornar al pueblo únicamente por un día. Para más desdicha sanjuanera, los chavales aún no habían finalizado el colegio por aquellas fechas.

Por otra parte, la mecanización de las labores agrícolas había ocasionado que se acortara sensiblemente el período de siega, concentrándose en unas pocas semanas. El agricultor se podía permitir un leve receso en sus labores.

Todo se estaba conjurando a favor de que el santo agostero (San Lorenzo) acabara por imponerse al solsticial (San Juan), por lo menos en cuanto a éxito de concurrencia. Y ese cambio se fraguó, oficiosamente, en el verano de 1977.

Traída del agua (Huérmeces, 1973) Fotografía: familia Díez Gutiérrez

Desde que en 1973 se iniciara la traída del agua, Huérmeces venía acometiendo diversas obras de mejora en las infraestructuras del pueblo: pavimentación de las calles, alumbrado público, saneamiento  y -durante el mes de julio de aquel año 1977- la pavimentación y embellecimiento de la plaza, hasta entonces un mero espacio vacío, al lado de la carretera, rodeando al viejo pilón que recogía el agua sobrante de la fuente del barrio Arroyuelo.

Además del embaldosado de la plaza, también se levantó una moderna fuente en el centro de la misma. (1) Hoy en día resulta más que discutible el efecto estético conseguido, pero en aquellos tiempos este tipo de actuaciones gozaban de cierta popularidad. La plaza quedó como quedó, diáfana y -ya sin ganados que abrevar- más limpia y saneada.

No resultó muy atinada la elección del árbol que sombrearía su contorno. La especie elegida, el aligustre, (2) es un arbolito de origen chino, hoja perenne, crecimiento lento –exasperadamente lento- y floración estival (de hecho, esta es su única virtud destacable). La sombra que proyecta su copa resulta claramente insuficiente en verano y totalmente improcedente en invierno.

De todas formas, muy satisfecho quedó todo el mundo con el resultado obtenido, ya que al año siguiente Huérmeces presentó su candidatura al XVI Concurso Provincial de Embellecimiento de los Pueblos (3), establecido por la Diputación Provincial. No ganó, aunque presentó una notoria lista de méritos.

Plaza de Huérmeces (1984) Fotografía: familia Díez Gutiérrez


Las obras de pavimentación de la plaza fueron adjudicadas a un contratista de la provincia, (4) pero la actuación contó con la peculiaridad de que una parte de la mano de obra –no especializada- necesaria para su realización estuvo compuesta por vecinos y veraneantes del pueblo. Quizás se trató de un intento económico por acelerar las obras, posibilitando que estas estuvieran acabadas antes de la llegada del mes de agosto y el grueso de veraneantes.

Pavimentación de la plaza (Julio 1977) Fotografía: Maribel de Miguel
Para alguno de nosotros, ese mini servicio civil constituyó el primer contacto con el apasionante mundo del fraguado mágico de la mezcla cemento, arena y agua. Además, siempre quedará el romántico pensamiento de que en cada baldosa colocada en la plaza, en cada bordillo, en cada metro de murete de hormigón ... hay un poco de cada uno de nosotros … tal vez unas cuantas gotas de sudor que ayudaron a fraguar aquella milagrosa masa.

En las fotografías, tomadas un día cualquiera del mes de julio de 1977, pueden reconocerse vecinos tales como Emilio Crespo, Narciso Varona y Félix Ortega, junto con diversos veraneantes.

Pavimentación de la plaza (Julio 1977)
Y una vez finalizada la pavimentación de la plaza, con el horizonte del próximo San Juan muy lejano, a alguien se le ocurrió la idea de que quizás un poco de música resultaría la mejor forma de inagurar, siquiera popularmente, el nuevo espacio lúdico. 





Me vienen a la memoria los nombres de Miguel Angel y Gerardo, como posibles instigadores de lo que quiera que aquello fuera: iniciativa, arrebato, ocurrencia, hecho fundacional…  

Un viejo tocadiscos pick-up sesentero, colocado en equilibrio inestable sobre uno de los verdes bancos metálicos (de la Caja del Círculo) situados en la recién inagurada plaza: esa fue la sopa primigenia de la que en años sucesivos surgirían los sanlorenzos de Huérmeces, ya con patrocinio municipal, cartel de las fiestas, orquesta de pago y sangría comunitaria. 

Sonaron canciones (5) apenas audibles a no ser que estuvieras a menos de dos metros del tocata, quizás adolescentes y adultos movieron sus cuerpos al compás de aquella vinílica música, quizás corrió el calimocho, quizás las nuevas baldosas recibieron su bautismo etílico, quizás …    

Es probable que circulen por ahí versiones diferentes acerca del verdadero origen de los sanlorenzos; es probable, incluso, que sitúen ese acto primigenio en años posteriores.

Lo importante, aparte de los recuerdos personales que cada uno tenga, es que San Lorenzo llegó para quedarse, beneficiado por los cambios demográficos, sociales y económicos experimentados en el mundo rural. Ya nada volvería a ser igual. Adiós a los castos bailes en la era del tío Eladio, bienvenidos a los watios y decibelios en la nueva plaza. 

Hoy, justo cuarenta años después, el santo de la parrilla ha desplazado definitivamente al del agua bendita. Esperemos que esta no sea una metáfora más del cambio climático que amenaza nuestro futuro...




NOTAS:

(1) La fuente de la plaza de Huérmeces fue diseñada por el arquitecto Álvaro Díaz Moreno (Madrid, 1927); está realizada en piedra de Hontoria, y su forma ovalada mide 5,3 metros de largo por 4 metros de ancho; dispone de reflectores luminosos y motor; su presupuesto ascendió a 387.000 pesetas de 1977; la obra fue ejecutada por el contratista burgalés Julián Sagredo.

(2) Aligustre japonés (Ligustrum japonicum): por razones que se me escapan, su plantación se hizo muy popular en plazas y espacios públicos de la España de los setenta. Décadas después, pocos sobreviven, sustituidos por especies mucho más adecuadas para climas tan extremos como el nuestro (plátanos de sombra, arces, tilos...); en la plaza de Huérmeces se plantaron nueve ejemplares de aligustre japonés, de una altura aproximada de dos metros y medio cada uno, y copa en forma de bola; en la alargada isleta situada al otro lado de la carretera se plantaron rosales bajos.

(3) A la XVI convocatoria  (1978) del entonces denominado Concurso Provincial de Embellecimiento (hoy Concurso de Conservación del Patrimonio Urbano Rural) presentó el Ayuntamiento de Huérmeces los siguientes méritos:

-alumbrado público: obras valoradas en 180.000 pesetas
-alcantarillado y depuradora: 2.500.000 pesetas
-pavimentación de calles: 7.000.000 pesetas
-mejoras en la plaza (pavimentación, fuente, valla decorativa, murete, ajardinamiento, etc.): 3.240.000 pesetas
-total: 13.000.000 pesetas

El Primer Premio estaba dotado con 1 millón de pesetas; el segundo con medio millón y el tercero con 300.000 pesetas. También se otorgaban toda una serie de premios de consolación.
Hoy en día, el concurso está dividido en categorías de población; en la categoría B, para entidades locales con población comprendida entre 50 y 199 habitantes, los premios son de 9.000 € para el primero, 6.000 € para el segundo y 3.000 € para el tercero.

(4) El presupuesto para la obra "Pavimentación de la plaza mayor de Huérmeces" ascendió a la cantidad de 700.100 pesetas; se presentó y aprobó en junio de 1977 y fue adjudicado a Construcciones Peña; sus 690 metros cuadrados de superficie se pavimentaron a base de baldosa 30x30.

Todas las obras anteriormente mencionadas se ejecutaron siendo alcalde de Huérmeces Avelino Bárcena Villalvilla, que ocupó el cargo entre 1975 y 1979. En 1978 se produjo la fusión de Huérmeces con el entonces municipio de Quintanilla Pedro Abarca, formado por este pueblo, Ruyales y San Pantaleón del Páramo.

(5) Algunos Grandes Éxitos de 1977 que quizás pudieron escucharse en aquella jornada iniciática del 10 de agosto: Abba (Dancing Queen), Al Steward (The Year of the Cat), Jean Michel Jarre (Oxygene), Boney M (Daddy Cool, Belfast), Eagles (Hotel California), Chicago (If You Leave Me Now), Manhattan Transfer (Cuéntame), Ritchie Family (The Best Disco in Town), Bee Gees (Stayin’ Alive)…


BANDA SONORA:

Aunque esta canción se publicó al año siguiente (1978) y es mucho menos conocida que cualquiera de los grandes éxitos del año, sirve muy bien como telón de fondo de aquellos tiempos en los que todo parecía posible porque, básicamente, tenías la edad que tenías. 

La Romántica Banda Local tuvo una vida efímera, apenas cinco años (1977-1981), durante los cuales publicó dos LPs, cuatro sencillos y un EP correspondiente a la banda sonora de una película.  

La banda inició su andadura con seis componentes, de los que únicamente tres (Fernando Luna, Enrique Valiño y Carlos Faraco) sobrevivirán hasta el final, dentro del habitual relevo de componentes, ocasionado en ocasiones por las obligaciones militares de los jóvenes de la época.

No obstante su breve existencia, La RBL nos dejó un puñado de inclasificables canciones, entre las que cabría destacar: No me gusta el rock, Los borrachos somos gente inquebrantable, Merlín y El bus. 

Precisamente esta última es la que he elegido para ilustrar el espíritu de aquellos años. Escuchen la peculiar voz de Carlos Faraco y, si les place, lloren y añoren los viejos tiempos: La Romántica Banda Local - El bus

Tras desaparecer La RBL, Manuel Luna y Carlos Faraco fueron guionistas y locutor del recordado espacio Tris-tras-tres, dentro de la espléndida Radio3 de aquellos años. Algunos estudiábamos -o intentábamos estudiar- a golpe de madrugada, siempre con las voces de Faraco, Trecet y compañía de fondo.

1 comentario:

  1. Gran Post sobre como empezó San Lorenzo... algo había oído al respecto todos estos años; ahora lo has hehco oficial, alguien va a estar muy orgulloso! Congrats por el blog, una pequeña ventana al pueblo, desde la oficina, para los que no vamos tan amenudo!

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